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jueves, 13 de septiembre de 2012

BANCA-SEGUROS: A PORRAZOS CON LA ETICA.

Vaya por delante que siempre hemos procurado ser tolerantes, comprensibles, que nos hemos intentado adaptar a estos tiempos nuevos de competencia feroz, en los que se vende la dignidad por cuatro céntimos, en los que la gente se abre paso a codazos. Que hemos asumido que vivimos en otra realidad y que lo que era ya no es, por mucho que lo añoremos. Hemos admitido que los bancos y sus banqueros son otros intermediadores y nos hemos preparado para resistir su embate. Lo que no conseguimos tolerar, lo que no entra en nuestro código ético, es la práctica con la que esos nuevos, bueno, ya no tanto, competidores irrumpen en el mercado, pisoteando cualquier tratado de las buenas maneras. Se aprovechan de su posición dominante frente a clientes agobiados por las deudas, para colocarles, literalmente, cualquiera de sus productos de seguro independientemente de cuales sean las necesidades, con un desconocimiento supino -sálvese el que pueda- de los pormenores en la mayoría de los casos. Se sirven de su información privilegiada y suelen llamar a nuestros clientes antes de cargarles nuestros recibos para intentar que desistan de pagarlos a cambio de una prima mejorada y de una promesa de servicio que, luego, no cumplen porque no pueden y porque no saben. Ignoramos si esa manera de proceder es ajustada a derecho, de lo que no tenemos ninguna duda es que tal método es incompatible con la moral y con la ética.
Tenemos numerosas pruebas, con nombres y apellidos, con testigos y testimonios. Para demostrar lo que decimos, les vamos a enseñar un ejemplo. Cliente de esta oficina. El año pasado le hacemos la póliza de su vivienda después de aconsejarle sobre coberturas y capitales. Ahora, cuando llega el vencimiento, recibe una llamada de su banco. Le dicen que se puede ahorrar casi 100 euros y le presentan el proyecto que pueden ver. Los capitales aconsejados son 71.400 euros, para una vivienda de 90 metros, y 17.850 para el conjunto de los bienes de esa familia, lo que llamamos Contenido, vamos. Y se quedan tan panchos. Es que no se han parado a hablar con el cliente, es que no tienen ni idea de lo que es un infraseguro; desconocen la regla proporcional. Les da lo mismo, lo que quieren es llevarse esa operación y se amparan en la necesidad que tienen de cumplir unos objetivos: "Tenemos que hacer tantos seguros, da igual cómo los hagamos".
Es lo que hay. Es lo que nos encontramos cada día. Menos mal que, por fortuna, nuestros clientes, ustedes, son cada día más capaces de distinguir, de saber quién les vende después de convencerles y, desde luego, quién es el que va a estar ahí cuando realmente lo necesite.
Estamos realmente hartos de tanta deslealtad y, presos de esa indignación, tal vez no estemos siendo del todo justos porque, es verdad, esta práctica no es absolutamente generalizada y cuenta con sus excepciones. Son los menos pero, desde aquí, queremos mostrarles nuestro reconocimiento. Ellos saben quienes son.